"La fundación" de Susan Torres Molina ya había ganado diversos premios y tuvo un par de reposiciones; hoy vuelve a la cartelera ya que, luego de más de 6 años, hay un público nuevo y es cierto que, la dramaturgia de esta obra es muy buena, acompañada de unas interpretaciones muy interesantes.
Se intuye que la obra ocurre en los años 70, donde una "fundación" "provee" de niños a padres que no pueden gestarlos. Para ello necesitan cumplir una serie de requisitos muy marcados y estar allegados a un círculo muy cerrado para llegar a obtener la adopción. Que la historia se sitúe en esa época no es casual, pero la dramaturga esboza tales hechos matizados en otros aspectos cómo los religiosos. Por ello el escribir de Susan es muy sutil y profundo a la vez, inclusive apoyándose en un teatro de suspenso político.
Hay claras referencias a la dictadura y a la apropiación de los bebés, pero abordando el tema de una manera novedosa, planteando que el objetivo de la fundación es perpetuar la raza cristiana devota, tocando tangencialmente también el holocausto; reitero me gustó muchísimo el tema y la forma de narrarlo. Por momentos, la pieza, se acerca al cine escandinavo con cierto aire a una película norteamericana reciente, "No te preocupes cariño" de Olivia Wilde, donde se busca forzadamente delinear una sociedad para pocos, más que nada en su final que deja a criterio del espectador lo que de ahí en más sucederá y explotando en esa escena final la confirmación del teatro de género.
Los cuatro actores realmente están maravillosos, cómo el matrimonio en busca de ese hijo negado está Sofía González y Ángel Blanco con unas actuaciones sufridas, íntimas, nerviosas, la versatilidad de ambos actores es siempre muy solvente. Merceditas Elordi, dibuja su personaje con una precisión increíble, oscilando entre la benevolencia y la oscuridad del proceso, excelente trabajo, y Alejandro Botto también logrando una personificación enigmática, que va imponiendo tensión en el relato.
"La fundación" dirigida por Federico Nanyo, muy versátil en su carrera, crea el clima propicio para ese final abierto, de hecho, muy logrado, que cuenta con una dramaturgia muy bien diagramada y un cuarteto actoral impecable.
GUSTAVO SCUDERI