Que unos artistas como Ana María Orozco y Salvador del Solar, protagonistas de éxitos televisivos internacionales, la primera muy reconocida por la novela "Betty, la fea" y el segundo con una sólida carrera cinematográfica también, aparezcan en la cartelera porteña es un placer y una curiosidad.
Ambos con perfiles muy bajos y pareja en la vida real, "encienden" ya con sus nombres el teatro independiente; tranquilamente podrían presentarse en el circuito comercial, pero se deciden por un texto y pieza pequeños, de nuestro talentosísimo creador Francisco Lumerman.
Francisco es de un contar caracterizado por la simpleza y la cotidianidad, son obras sensibles, acogedoras con sus personajes, siempre realizando un análisis de la humanidad con herramientas nobles.
"El árbol más hermoso del mundo" tiene mucho de nobleza y ternura que, justamente, también juega con el mundo de la fama. Dos personajes escapando de su realidad se encuentran en el medio de la nada, para realizar una catarsis; ella es una actriz popular y reconocida por una novela que escapa de su vida, huyendo de los acosos y la fanatización, donde la realidad se mezcla con la ficción. Él es un defensor de la naturaleza, guardaparques, solitario, huraño que fue abandonado y se dejó tragar literalmente por ese ámbito. En la comunión entre ambos, que de cierto tienen una química muy lograda, ayudado también por la confianza y apoyo que como pareja tienen, está el núcleo de la pieza de Francisco, temas como la ecología, los pueblos originarios, la familia, la fama y el deseo son tratados desde un costado ameno y emotivo.
"El árbol más hermoso del mundo" es una bellísima pieza que en su construir calmo y simple permite apreciar a dos grandes y queridos artistas.
GUSTAVO SCUDERI
