El Sr. Juan José Campanella no necesita presentación alguna, con su prolífica carrera cinematográfica, siempre innovando y participando también en la televisión norteamericana, poseedor de numerosos premios y nominaciones como por ejemplo el preciado Oscar por "El secreto de sus ojos".
Años atrás nos emocionaba con un proyecto titánico, apostando a su país con la reapertura de un espacio teatral, el "Politeama" de hecho, precioso; adoptando una nueva impronta y ganando experiencia con este arte, transformándose en un gran narrador también en las tablas, su "Parque Lezama" fue un éxito rotundo y pronto realizará su versión cinematográfica.
Hoy toca el momento de "Empieza con D Siete Letras" escrita también por Cecilia Monti, mujer en la vida real del prestigioso director, logrando nuevamente una propuesta que surca a la perfección el ámbito teatral con el del cine, que de hecho me atrae y disfruto muchísimo. Realizada con precisión y con atención hasta en los más pequeños detalles, para que la experiencia teatral también tome un vuelo fílmico, en esto son únicos.
En la diagramación de la pieza está el destaque de la obra, que habla sobre las nuevas oportunidades, los segundos grandes amores y los pequeños momentos que se vuelven únicos y se convierten en puntapié inicial para el renacer de dos personas que, si bien son opuestas y los separan décadas generacionales, se unen en la necesidad de buscar y encontrar ese otro que nos completa.
La pieza está protagonizada por una dupla soñada, sin fisura alguna; el consagrado Eduardo Blanco, de una calidad actoral impecable, su presencia escénica le aporta excelencia a cualquier propuesta, su extensa experiencia en cine, televisión y teatro lo hace versátil, completo e ideal para estas propuestas. Fernanda Metilli se merece los mayores laureles y elogios posibles, es estupenda, su carisma es único, la distingue y diferencia de otros artistas, si bien y sin lugar a duda es una de las mejores comediantes, en esta oportunidad la pieza le permite también jugar con otras aristas más dramáticas y es realmente magnética.
En su momento hablaba de diagramación cinematográfica dentro del teatro y uno de los recursos del cine es el aprovechamiento de los necesarios personajes secundarios, que no se utilizan mucho en el teatro, pues Campanella hace uso de éste y le da un vuelo y presencia imponentes; Gastón Cocchiarale que es un magnífico actor, director y dramaturgo, también dotado de plasticidad de movimiento entre géneros y formatos, quien participa en una parte de la obra con la calidad que lo caracteriza. Maru Zapata cierra la parte actoral de igual manera, sumando a la perfección de una pieza que no escatima en duración, tocando casi las dos horas.
Los aspectos técnicos de la pieza por supuesto son impolutos, impecables, dándole ese toque de calidad y de importancia para que el espectador se sumerja en la historia, como por ejemplo el precioso y funcional diseño escenográfico de Cecilia.
Presentándose a sala llena, sin lugar a duda, va a ser una de las obras más importantes de este 2025, con destino a continuar siéndolo por un largo tiempo, es una de esas propuestas que amerita el esfuerzo de adquirir la entrada, en tiempos tan difíciles.
GUSTAVO SCUDERI
