"Las persianas tienen ojos" es una obra necesaria, si bien su historia está basada en las vivencias del propio autor, Luis Formaiano, desde su juventud hasta la actualidad, tiene una resonancia y una importancia muy actual.
En esta pieza se revela un dato no muy conocido por la mayoría y que oscurecía aún más esa etapa ingrata, injusta e inimaginada de la Argentina en los 70´; si se percibía o informaba que una persona era homosexual se "estampaba" en el documento una doble H en rojo. Cuando uno se detiene a pensar en este hecho, como en otros del estilo, es que podemos apreciar lo que hemos avanzado como sociedad y ciertas libertades con las que cuentan hoy los jóvenes; es un grito de esperanza, por ello es tan importante que el arte acompañe al recuerdo y concientice, funcionalidad que le cabe a esta propuesta a la perfección.
Amén de este contexto, la riqueza del texto de Luis es tal que, no solo se concentra en ese momento, sino que se explaya en diversos temas de mera humanidad: la libertad de ser, el deseo y el miedo de cumplirlo. En esas épocas las decisiones de Tony eran conflictivas para la sociedad y el temor de sus padres ante la dirección de su vida, provocaron en él, por suerte, una razón para la lucha y mantener la cabeza alta, aunque tenga que renunciar a una forma de amor que no comprendía. La pieza nos muestra un Tony adulto, profesional y reconocido, que nos retrotrae a su juventud y la vida que tuvo con sus padres y familiares, de hecho, muy bien plasmado en escena por un director que es sumamente cuidadoso, prolijo y versátil en su visión, Pato Azor, quien con su arte muy seguido circula por obras de temática y se le agradece.
El cuarteto actoral es muy bueno, aunque no tuve el placer de verlos muy seguido; por lo que esta obra me siguió dando buenos motivos para mantener el interés en su transcurso y obviamente logrando un propicio clima que oscila entre lo conciliador y lo doloroso. Claramente se trata de un proceso de catarsis, de sanar; bellísima frase que pronuncia el protagonista cuando recuerda a sus padres, en tono de perdón, "... hicieron lo que pudieron ...".
Juan Lucero y Mónica Stricker en el rol de los padres y alternan con personajes secundarios, Emanuel Moreno Defalco y Juan Cruz Wenk como Tony joven y adulto respectivamente; no podría destacar a uno sobre otro porque los cuatros están estupendos, debiendo pasar por diferentes estadios y muchos de ellos demandantes de una introspección muy lograda.
"Las persianas tienen ojos" ratifica que, en el teatro independiente al cual apoyo fervientemente, se encuentra una calidad no muy lograda en otros ámbitos, en especial esta obra que posee un escribir claro pero profundo, con una mirada sensible del director y unas interpretaciones destacadas.
GUSTAVO SCUDERI