Desde ya, menudo trabajo adaptar un texto del dramaturgo alemán Frank Wedekind; solo eso, por sí mismo es motivo de mención y un punto meritorio del trabajo de Cintia Miraglia y Miguel Sorrentino. Este escritor de corta vida (falleció a los 53 años) retrató polémicas y controvertidas historias de sexualidad para su época, casi siempre trayendo un universo que conocía muy bien, el del cabaret, ya que trabajó en ese ámbito.
"Lulú" es una ópera que fue inspirada por sus dos piezas más reconocidas "El espíritu de la tierra" y "La caja de Pandora". Su contexto siempre estuvo atravesado por el sexo y en especial por su relación con la clase burguesa, exponiendo las actitudes y la desvalorización del placer y de clases sociales menores. Este mundo entre deslumbrante y sórdido con toques lisérgicos es muy difícil de retratar en escena, no sólo por la temática en sí, sino por su compleja dramaturgia, pero que aquí se consigue gracias a la dirección de Cintia, con una puesta super funcional.
En la elección del elenco encuentro otro acierto mayúsculo, un grupo de actores que no sólo, perdón lo reiterativo, actúe, sino que cante y a la vez toque un instrumento; impecables las performances de Horacio Marassi, Héctor Bordoni, Carlos Ledrag y Miguel Sorrentino quien posee una gestualidad muy atractiva. Pero no por nada omití hasta ahora a la gran protagonista, a Lulú, interpretada por Iride Mockert; cómo siempre maravillosa, le pone fuego, potencia, presencia y arrojo al personaje, sus apariciones son magnéticas e inclusive entonando muy bien las viñetas musicales.
Claramente "Lulú", posee dos pilares fundamentales que hacen de la propuesta atractiva, su complejidad adaptativa y las interpretaciones que oscilan entre lo clásico y lo grotesco muy logradas. Una pieza distinta, para nada simple y que invita al espectador a que se mueva de la comodidad, para cuestionarse temáticas actuales, pero que existieron siempre.
GUSTAVO SCUDERI