Es tan grato encontrarse con una sorpresa, cuando la expectativa que uno tenía era simplemente ver que nos ofrecía esta versión 2022 del texto escrito por la guionista y dramaturga iraní Anat Gov fallecida en el 2012; hoy uno investiga su vida lamentablemente corta y se da cuenta que fue muy talentosa y su propia historia tiene cierto contacto con esta pieza escrita en el 2011 y más cercana a la adaptación de Juan Freund y dirigida por un actor sumamente talentoso, Carlos Kaspar, hoy en el 2022. Esta comparación es debido a que en el 2013 la interpretaron hermosamente Thelma Biral y Juan Leyrado, cierto, pero me encuentro atraído por esta versión, ya que el texto original se acerca más a los protagonistas actuales.
Una psicóloga cercana a los 40, madre de un niño autista de 12 años, recibe a su nuevo paciente, que es nada más ni nada menos que Dios, este sumamente deprimido, tiene solamente una hora para decidir el futuro de la humanidad; en un principio la reacción de Ella es de incredulidad y de cierta manera sigue el juego de este extraño paciente, que inclusive cree que puede ser de las fuerzas de seguridad (los textos de la autora, mucho tienen que ver con la combinación del drama con un mensaje social). Durante la sesión su escepticismo irá desapareciendo y gracias a los “poderes” que demuestra su paciente, ella tomará conciencia de que está ante Dios y realizará su trabajo pues la existencias de la humanidad (incluida la suya por supuesto) depende de ello. Lo original de la pieza, no solo está en esta especial relación que surge entre ambos, sino también en que Ella ira repasando con Dios “La Biblia” tratando de convencerlo que nos merecemos una oportunidad. En parte de esta obra se vislumbra lo que le estaba sucediendo a la autora, sus conflictos quizás existenciales, espirituales y su destino, para culminar en su última obra, retratando su propia lucha y a la cual llamó “Final Feliz”.
Esta propuesta tiene también una sorpresa, el elenco seleccionado, donde se la ve a Paula Morales increíble, su crecimiento actoral, artístico es enorme; su interpretación del texto, su intervención en las situaciones y su coloquio están logradísimos, un gran hallazgo. Dios es Gastón Ricaud, quien posee un camino ya transitado y muy afianzado lo que le permite realizar una buena labor. Bajo una cálida mirada, dirigidos por Carlos muy precisamente, el tono logrado es de cierta manera de ensoñación; acompañado por una puesta de luces y escenografía muy funcionales a la pieza, muy buen trabajo de Matías Canony y Mario Gomez y la realización de la escenografía de Vanesa Abramovich.
“Oh, Dios mío” tiene todos los elementos para pasar un grato momento, con una dramaturgia inteligente y oportuna para esta situación y un dúo de actores que posee la química exacta, y un destaque para Paula, por su gran labor y crecimiento.
GUSTAVO SCUDERI