Que placer representa presenciar el crecimiento artístico de una actriz, no sólo en el escenario, sino también realizando otra actividad, hasta ahora no transitada. Daniela Pantano, siempre fue una artista completa, canta, baila y actúa, participó de variadas piezas, no sólo musicales y lo hace de una manera muy solvente. Tuvo la agudeza de ir mutando de género, de registro e incluso de formato y hoy llegó el turno de su ópera prima como dramaturga.
"Y luego la calma" que la trae nuevamente a escena luego de un lapso bastante largo; los que seguimos su carrera sabemos que, también en ese tiempo fue mamá, lo cual mucho tiene que ver en su proceso creativo. Pues la historia nos entrega la relación conflictiva entre un padre y su hija, él a punto de partir y ella por dar a luz. Un juego de crisoles y espejos que está muy sutilmente esbozado en la escritura de Daniela, "adornado" por una serie de desacuerdos, traiciones, aunque también con algunos puntos de encuentro y similitudes entre padre e hija.
A Daniela siempre le sobró carisma, aquí me sorprendió su maduración actoral, su pisada en el escenario, la fluidez y calma que logra su actuación. Para redondear la obra, su co-equiper en escena, Javier Niklison, realiza varios personajes de una manera sobresaliente, realmente me gustó muchísimo su trabajo.
Si algo le faltaba a esta propuesta para ser más interesante aún y quede bien resuelta, era contar con la dirección de alguien a quien también sigo y admiro muchísimo y valoro siempre sus trabajos: Dennis Smith, quien le aporta a la puesta uno de sus elementos más lindos, la musicalidad, sin ser un musical, salvo algún bello pasaje final.
"Y luego la calma" presenta a una artista que se anima esta vez a escribir, rodeada de trabajos impecables, hace que la visión de esta sea de una contemplación justamente calma y disfrutable.
GUSTAVO SCUDERI